KANT, FOUCAULT Y LA ILUSTRACIÓN
Octavio Acosta Martínez
octavioma@gmail.com
“La ilustración es la salida del hombre
de su autoculpable minoría de edad”.
Kant
Así como en el epígrafe de este
punto, comienza Kant un artículo publicado el mes de noviembre de 1784 en el
periódico alemán Berlinische Monashrift, en el cual pretende
responder a la pregunta –formulada con anterioridad por el periódico- “Was ist Aufklärung?”, la que debe
entenderse como “¿Qué es la Ilustración?”.
Para ubicar la pregunta en el contexto en que fue
respondida aclaremos que en 1784 estamos a tres años de haberse publicado la Crítica de la razón pura, faltando cinco
años apenas para darse la Revolución Francesa, suceso que sacudió a Europa y
cuya onda expansiva llegó a tierras americanas alimentando el fervor
revolucionario de los movimientos independentistas que las sacudieron en el
primer cuarto del siglo XIX. Esta revolución en su componente teórico estuvo a
su vez alimentada precisamente por las ideas de la Ilustración, en la cual se
terminó de conformar el pensamiento definitorio de la modernidad, iniciado por Descartes en 1636 con el Discurso del Método. Se trata pues, de
un momento culminante y la pregunta sobre qué
es la Ilustración cobra una relevancia tal que se eleva por encima de la
aparente trivialidad de un periódico que quiere llenar sus espacios con notas
de actualidad.
La importancia de esta frase adquiere su verdadera
dimensión cuando más adelante Kant expresa: “La
minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio
entendimiento, sin la guía de otro”. Frase que conduce al lema de la
Ilustración en la interpretación kantiana: ¡Sapere
aude! ¡Ten
valor de servirte de tu propio pensamiento!
Una
reflexión insertada por Kant en aquella oportunidad produce asombro al constatar
en la actualidad su larga vigencia, pues la situación que la produce se repite
constantemente en todas las épocas:
“Quizás mediante una revolución
sea posible derrocar el despotismo, pero nunca se consigue la verdadera reforma
del modo de pensar, sino que tanto los nuevos como los viejos prejuicios
servirán de riendas para la mayor parte de la masa carente de pensamiento”.
(Ibíd.)
Bueno recordarlo en los
actuales momentos.
Para llegar a la
Ilustración se requiere libertad. Sería posible que el público se ilustrara a
sí mismo si se le dejara en libertad. Ahora, ¿qué clase de libertad? Hay dos
clases según el escrito de Kant:
·
Libertad de uso público.
·
Libertad de uso privado.
“El
uso público de la razón debe ser siempre libre; sólo este uso puede traer
ilustración entre los hombres”. En
cambio, el uso privado debe ser a menudo estrechamente limitado –dice Kant- “sin que ello obstaculice el progreso de la
Ilustración”.
Enseguida Kant explica lo que él
entiende por uso público y por uso privado:
“Entiendo por uso público de la
propia razón aquel que a alguien hace de ella en cuanto docto (Gelehrter) ante el gran público del mundo de los lectores.
Llamo uso privado de la misma a
la utilización que le es permitido hacer en un determinado puesto civil o función pública”. (Ibíd.)
Kant no considerada que la época en
la cual está respondiendo la pregunta sea una época ilustrada (lo está
planteando en términos de libertad religiosa).
“Todavía falta mucho para que
los hombres, tal como están las cosas, considerados en su conjunto, puedan ser
capaces o estén en situación de servirse bien y con seguridad de su propio
entendimiento sin la guía de otro en materia de religión”. (Ibíd.)
“… pero sí
[vivimos]
en una época de Ilustración”. Kant ha
destacado la diferencia estructural-conceptual que llevada a las épocas
actuales, todavía produce confusiones en las ciencias sociales. Por ejemplo, la
diferencia entre modernización y modernidad, o entre colonización y colonialidad.
Es decir, la diferencia entre un proceso
y un estado de cosas. Lo que nos dice
Kant es que se está viviendo un proceso
de Ilustración, pero todavía no se ha llegado al estado de cosas que la caracteriza, esto es, una época ilustrada.
Kant, de paso, muestra
una debilidad que es independiente de épocas específicas, pues es
característica de toda sociedad en la que existen relaciones de poder que se dan
entre quienes dirigen y los que ejercen el rol de subalternos; es decir, en
todas las épocas: aprovecha para adular de buenas ganas a Federico II, El
Grande, por no prescribir nada a los hombres en materia de religión, sino que
los deja en plena libertad para que ellos decidan. “…fue el primero que desde el gobierno sacó al género humano de la
minoría de edad […]”.
“Pero sólo quien por ilustrado
no teme a las sombras y, al mismo tiempo, dispone de numeroso y disciplinado
ejército, que garantice a los ciudadanos una libertad pública, puede decir lo
que ningún Estado libre se atreve a decir; ¡Razonad todo lo que queráis y sobre
lo que queráis, pero obedeced!” (Ibíd.)
No estamos seguros de la
bondad de esta reflexión. Si al final de todo hay que obedecer, ¿dónde está la
libertad?
Kant escribió poco en este artículo,
pero dijo bastante. Exactamente dos siglos después, Foucault escribió sobre el
artículo de Kant unas cuantas páginas más que éste. ¿Qué comentó Foucault?
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En 1993 la revista Magazine Littéraire publica un escrito de 1984 de Foucault: “¿Qué es la Ilustración?” [Qu’est-ce
que les Lumières?]. En éste, Foucault comenta el artículo de Kant. La
importancia del texto de Kant, visto por Foucault, radica en que permite la
entrada, en la historia del pensamiento, de una pregunta que la filosofía
moderna no ha sido capaz de responder, “pero de la que tampoco ha podido
desembarazarse”. Esa pregunta es: “¿Cuál
es ese evento que denominamos Aufklärung,
y que ha determinado, al menos parcialmente, lo que somos, lo que pensamos y lo
que hacemos hoy día?”
No es una pregunta simple; sobre
todo que ella está basada en tres premisas, a cual más importante:
1.
La Aufklärung
determina lo que somos.
2.
La Aufklärung
determina lo que pensamos.
3.
La Aufklärung determina lo que hacemos.
Si estas premisas son verdaderas,
entonces nosotros compartimos la inquietud que ha captado la atención de los
más importantes filósofos por el espacio de dos siglos (hasta el momento en que
Foucault escribe su artículo), desde que fue formulada por el Berlinische Monashrift. La filosofía moderna para Foucault es “aquella que intenta responder la pregunta
formulada, con tanta imprudencia, hace dos siglos; a saber, Was ist Aufklärung?” Tenemos pues, también de paso, la definición foucaultiana de filosofía moderna. En apenas la primera
página de su artículo ¡hay que ver todo lo que ha afirmado Foucault!
Él dice que por varias razones el
texto kantiano amerita que le pongamos cierta atención y nos invita, por tanto,
a que nos detengamos un tanto en él. A continuación da tres de estas razones:
1.
Destaca la existencia de un espacio de problemas
comunes entre el pensamiento judío y la filosofía alemana. Dentro del
pensamiento judío, Moses Mendelssohn, y dentro de la filosofía alemana, Kant,
formulan respuestas a la misma pregunta, y en ella queda evidenciado, según
Foucault, que tanto la Aufklärung
alemana como la Haskala judía
“pertenecían a la misma historia”… “[…] Ambas intentan identificar los procesos
comunes de los que provienen”. Nos queda
la incertidumbre acerca de cuál será el sentido que le está dando Foucault a la
palabra “proceso”.
2.
La segunda razón que esgrime Foucault es que
Kant plantea en su texto “un problema nuevo”. Por supuesto, esta afirmación
crea mucha expectativa, porque ya la Aufklärung
kantiana determina los tres aspectos tan bastos contenidos en las premisas
anteriores que es difícil imaginarse problemas
nuevos, ¿qué otra cosa nueva puede haber que no esté contenida en ellas? La
filosofía alemana, esta vez representada por Kant, hace un intento por
reflexionar sobre su propio presente. “Pero
–dice Foucault- se puede decir, de manera
esquemática, que hasta ese momento tal reflexión había adoptado tres formas principales…”:
2.1 El presente
puede ser representado como perteneciente a una cierta era (âge) del mundo, distinguida de otras por
ciertas características que le son propias, o separada de otras eras por algún acontecimiento dramático.
A esta forma haremos referencia
cuando posteriormente presentemos [investigación en curso] nuestra propuesta
para determinar el punto de ruptura en el que la modernidad cede el paso al
advenimiento de una nueva era. Foucault no ha hablado hasta este momento de modernidad, pero luego veremos cómo los
conceptos que está manejando le son extrapolables a ésta.
2.2 El presente puede ser interrogado para intentar descifrar en él los
signos anunciadores de un próximo acontecimiento. En este caso tenemos el
principio de una especie de hermenéutica histórica, “de la cual San Agustín pudiera ser un ejemplo”.
2.3 El presente puede ser
analizado también, como un punto de transición hacia la aurora de un nuevo
mundo.
Lo curioso es que la manera en
que Kant plantea su Aufklärung “es
completamente diferente de las tres formas anteriores”. ¿Por qué plantearlas
entonces en este punto de análisis foucaultiano? Quizás haya querido por la vía del
contraejemplo hacer más patente la visión kantiana. Según ésta, la Aufklärung es una “salida”, o “vía de
escape”. ¿”Escape” de qué? Del estado de tutela, de la salida del hombre de su
minoría de edad. Es lo que aparece en el epígrafe. El asunto es que Foucault,
quien acusa a Kant de ser no siempre bien claro con su texto, tampoco lo es él siempre con el suyo. Así llegamos a
la tercera de las razones que prácticamente es la misma que la segunda, pero
aclarada en la definición de términos usados del original alemán.
3.
El problema es muy sencillo, ya hemos entendido
el sentido de “salida”, pero Foucault insiste. “Salida” [Ausgang], entendemos nosotros, no es como la salida de una
autopista, o del sótano de un estacionamiento. “Salida” es un darse cuenta, un
percatarse de algo que permanecía oculto, situación que nos sometía a un estado
de dependencia de ese algo, que sí era en cambio dominado por “otro”. Encontrar la
salida es romper con ese estado de dependencia, o de tutela; es un proceso
que nos libera y permite que nos
podamos orientar bajo las luces de nuestro propio pensamiento. Esta idea o
concepto de salida es tan importante
para Foucault que él retoma nuevamente el primer párrafo del texto de Kant y reproduce
la traducción francesa, que ahora
nosotros nos permitimos tomarla del
español en traducción de Jorge Dávila, traductor de la publicación que estamos
consultando:
“La ilustración es la liberación del hombre de
su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse
de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su
causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para
servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el
valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración.”
Ese “¡Sapere aude! ¡Ten el
valor de servirte de tu propia razón!” que ya presentamos al principio, es la divisa, especie de escudo heráldico de
la Ilustración.
Foucault plantea ahora una
nueva dificultad en la interpretación del texto kantiano en el uso que hace
éste de la palabra Menschheit
[humanidad], con respecto a la cual se hace la siguiente pregunta: “¿Habrá que
comprender que el proceso de la Aufklärung
abarca a todo el conjunto de la especie humana?”. Estamos aún en la tercera de
las razones aducidas por Foucault, pero esta discusión es muy amplia y no
parece estar circunscrita a una sola razón. La detención no es pues, tan momentánea como lo dijera antes. Por
razones metodológicas, dado que las consideraciones kantianas que vienen son
fundamentales para el entendimiento de la evolución que tuvo la modernidad
durante su vida en el planeta, y las repercusiones que dicha evolución tiene
sobre nuestro trabajo ¨ [investigación en curso], nos saldremos de los límites
(márgenes del texto) de este punto y nos volcamos hacia su totalidad
constitutiva.
Aquí estamos. De ser SÍ la respuesta a la pregunta formulada,
entonces habría que imaginar –dice Foucault- a la Aufklärung como un cambio histórico que afecta la existencia
política y social de todos los hombres sobre la superficie de la tierra…”O, ¿habrá que comprender que se trata de
un cambio que afecta a lo constitutivo de la humanidad del ser humano?”. Nosotros, salvando el
inmenso espacio que nos separa del pensamiento de estos dos gigantes, podríamos
decir que esta disyunción no es excluyente, podrían ser ambas a la vez. La Aufklärung
fue un acontecimiento social y político que implicó un cambio
histórico, ubicado en un tiempo y en un espacio específicos. No afectó la
existencia política y social de todos
los hombres del planeta, pero sí a buena parte de ellos, dentro de la cual nos
contamos los latinoamericanos. Pero también se trata de un cambio que afecta a
lo constitutivo de la humanidad del
ser humano, lo que se desprende si entendemos literalmente a Kant en su primer
párrafo del texto. Este cambio no se da simultáneamente en todos los hombres,
bien sea que se vea en forma colectiva, como constituido en sociedad, o se vea
en forma individual. Algunas veces este cambio ni siquiera se da (hay partes
del espacio geográfico mundial donde nunca se ha dado). En esta perspectiva la Aufklärung resultaría un acontecimiento
ahistórico. En el caso de la Revolución Francesa operaron ambos conceptos. En
realidad uno se habría dado sin el otro. Uno operó como el fundamento
ideológico-conceptual que impulsó su materialización en el campo de las
realizaciones prácticas. Esquemáticamente, el Iluminismo, la Aufklärung, en Francia tuvo su fase
precursora teórica, y su fase práctica en la Revolución de 1789, y sus
consecuencias políticas posteriores. En cambio, en Latinoamérica, y en
Venezuela en particular, sólo operó la parte práctica representada en la
independencia política-militar, pero no así en el plano cultural. No porque no
hubiera una teoría, sino porque la que se usó no fue propia. Aquí operó el concepto del tutelaje de pensamiento, en la
idea presentada por Kant. Esto permitió que permaneciera en nuestras sociedades
un remanente ideológico que alimentó el concepto de colonialidad. Volveremos sobre este aspecto, pero ahora, y para
luego llegar a él, es importante que fijemos la atención a dos condiciones que
en opinión de Foucault son definidas por Kant. Aquel dice que estas dos
condiciones son a la vez espirituales e institucionales, éticas y políticas.
¿Cuáles deben estas dos condiciones?:
1.
Deben quedar claramente distinguidos el campo
de la obediencia y el campo de la razón [destacados
nuestros]. Kant, según Foucault, caracteriza el estado de tutela bajo la
expresión “obedezcan, no razonen”,
propia de la disciplina militar, del poder político y de la autoridad
religiosa. Existe una abundante historia de las tres. Casi ha sido el karma de
la humanidad en toda su historia. De estos tutelajes es de lo que hay que
librarse, y este “hay” implica una incitación ética. Foucault nuevamente acuña
una frase de cuyo valor ético, precisamente, tenemos serias dudas (que quedarán
postergadas por ahora): “obedezcan, y
podrán razonar tanto como quieran”. En todo caso, se entiende que hay
ocasiones en las que se debe
obedecer, sin que ello implique falta de madurez, o de que no se haya llegado a
la mayoría de edad. Un ejemplo
esgrimido: “[…]…pagar los impuestos, pero
pudiendo razonar tanto como se quiera sobre el sistema fiscal”. Nosotros
podemos apelar a nuestros propios ejemplos. Sea uno de ellos: “Debes especificar el método que vas a usar
en tu Tesis, pues ése es un requisito de la Administración Académica del
Doctorado. Después podrás razonar todo lo que quieras sobre la pertinencia o no
de este requisito”. Se supone que este razonar no se dará en la Tesis, sino
en otros escenarios, como “docto”; en
la Tesis “tienes que obedecer”. Se
podría pensar –dice Foucault- que en todo esto no hay nada diferente de lo que
desde el siglo XVI se ha entendido como libertad de consciencia: el derecho a
pensar como se quiera, siempre y cuando se obedezca como se debe. Éste es
–consideramos- un principio muy peligroso, que se ha utilizado para crear la
ficción de una falsa libertad a quienes se le aplican. A los indios de las
reducciones jesuitas se les respetaron sus creencias por razones de estrategia
evangelizadora. Muchos piensan que no hubo tal respeto, pero sí hubo, aunque
fuera un respeto de corte oportunista,
una cierta tolerancia pues resultaba más fácil introducir la savia de la nueva
religión con la colaboración de las expresiones salvajes del nativo. En otras
palabras, el nativo aceptaba el proceso de catequización a que estaban
sometidos, bajo la ilusión creada de que ellas estaban en armonía con las suyas
propias. Nosotros entendemos que catequización
no es una vía para llegar a la libertad de conciencia; muchos regímenes en la
historia han sometido a sus poblaciones a catequizaciones
de distintas naturalezas. Durante el período de permanencia de los moros en la
Península Ibérica, éstos se mostraron muy condescendientes con los creyentes de
otros credos (judíos y cristianos) diferentes al musulmán, los cuales podían
mantener sus creencias mientras respetaran el ordenamiento legal vigente y
además pagaran. Eso es, había que pagar –literalmente- un impuesto para tener
derecho a profesar su fe. Muchos se convirtieron a la fe dominante para escapar
de dicho impuesto. Es aquí cuando Kant
hace intervenir la segunda distinción, de un modo “bastante sorprendente”,
según la apreciación de Foucault.
2.
Uso
privado y uso público de la razón.- La
razón en su uso público debe ser libre y en su uso privado debe estar
sometida.
“Dice Kant que el hombre hace uso privado
de su razón cuando es “una pieza de una máquina”; es decir, cuando tiene que
cumplir un papel en la sociedad y tiene que ejercer algunas funciones: ser
soldado, tener que pagar impuestos, estar a cargo de una parroquia, ser
funcionario del gobierno; todo ello hace del ser humano un segmento particular
en la sociedad. Se encuentra uno a sí mismo ocupando una posición definida en
la que debe aplicar reglas y perseguir fines particulares”. (Foucault, “Qu’est-ce que les
Lumières?”)
No
percibimos aquí lo sorprendente, y este uso privado se nos parece mucho a la
obediencia por obligación reseñada en el punto anterior. “Soy una pieza de la máquina y debo cumplir mi función de pieza, es
decir, aquello para lo que fui diseñada. Por lo tanto, debo incluir el método
en la Tesis, porque ése es el rol que me corresponde desempeñar como
alumno-participante del Programa”. ¿Dónde está la liberación del tutelaje?
Está, según Kant, en que se haga un uso de la razón adaptado a esas
circunstancias determinadas, la razón sometida a esos fines particulares; se
trata de un uso condicionado de la razón. No es obediencia ciega y estúpida,
pero es obediencia al fin y al cabo.
“Por el contrario, cuando se razona sólo para hacer uso de la razón,
cuando se razona como ser razonable (y no como pieza de una máquina), cuando se
razona como miembro de la humanidad razonable, entonces el uso de la razón debe
ser libre y público”. (Ibíd.)
Foucault explica que la Aufklärung no es únicamente el proceso
mediante el cual los individuos verían garantizada su libertad personal de
pensamiento, sino que hay algo más (entendemos nosotros). “Hay Aufklärung
cuando existe superposición del uso universal, del uso libre y del uso público
de la razón”. Parece que estamos ahora en
presencia de una nueva clasificación, porque se nos presenta tres usos de la
razón que, por otra parte obedecen a variables distintas, donde algunas no han
sido definidas. ¿Qué es, por ejemplo, uso
universal de la razón? Y, aparte, ¿por qué la superposición no contempla el
uso privado? Más adelante, cuando vuelve sobre el uso universal se “aclara” con un paréntesis que dice “fuera de todo fin particular”. Es
posible que se produzcan confusiones en distinguir lo que es particular de lo que es privado. ¿Pudiera lo privado ser
público? Por razones de honestidad metodológica incorporamos la versión literal
del texto que estamos comentamos, y quizás así quien lo lea podrá llegar a su
propio entendimiento:
“Podemos muy bien concebir que
el uso universal de la razón (fuera de todo fin particular) es asunto del
sujeto mismo como individuo; también se
puede concebir que la libertad de este uso de la razón pueda ser asegurado de
manera puramente negativa, gracias a la ausencia de toda demanda [poursuite] contra dicho uso; pero, ¿cómo
asegurar un uso público de esta razón? Como vemos, la Aufklärung no debe ser
concebida simplemente como un proceso general que afecta a toda la humanidad;
tampoco debe ser concebida solamente como una obligación prescrita a los individuos:
la Aufklärung aparece ahora como un problema político. En todo caso, el asunto
problemático que se plantea es el de saber cómo puede el uso de la razón tomar
la forma pública que requiere, cómo puede la audacia de conocer ejercerse a la
luz del día mientras que los individuos están siendo obedientes del modo más
exacto posible. Kant concluye su texto proponiendo a Federico II, en términos
levemente velados, una especie de contrato. A este último pudiera llamársele el
contrato entre el despotismo racional y la razón libre: el uso público y libre
de la razón autónoma será la mejor garantía de la obediencia, siempre y cuando
el principio político al que sea menester obedecer esté en conformidad con la
razón universal”. (Ibíd.)
Al final, dice Foucault:
“Dejemos hasta allí el texto
kantiano. De ningún modo considero que ese texto pueda constituir una
descripción adecuada de la Aufklärung, y pienso que ningún historiador podría
sentirse satisfecho con él para el análisis de las transformaciones sociales,
políticas y culturales producidas a finales del siglo XVIII”. (Ibíd.)
El traductor aclara que Foucault
está haciendo sinónimo el uso libre y el uso universal.
Foucault ve en el texto de Kant un
esbozo para la definición de “lo que pudiera llamarse la actitud de
modernidad”, e interpretándolo como una invitación, pasa al diseño de tal
definición; sólo que lo hace tomando los fragmentos de las posibilidades
asomadas por Kant, tratándolas aisladamente y sin intentar una integración de
todas en una sola. En este punto es donde creemos que Foucault ha fallado. Fallo,
por cierto, que encontramos con mucha frecuencia entre filósofos,
epistemólogos, y teóricos de las ciencias sociales en general. Hay un cierto
menosprecio por las líneas de razonamiento empleadas en las ciencias “duras” y
por sus métodos, los que ellos evaden con una retórica envolvente y
preciosista, muy “intelectual”, ante situaciones que en muchos casos se
resuelven de forma muy sencilla con la ayuda de un simple esquema, o de un
diagrama, o con la definición clara de las variables intervinientes en el problema, entendiéndose que NO se puede hacer UNA clasificación usando simultáneamente varias de ellas. Foucault parte de este supuesto esbozo dejado por Kant y enuncia tres
posibilidades, en forma disyuntiva, de interpretación de la modernidad:
·
La
modernidad como una época.
·
La
modernidad como un conjunto de rasgos característicos.
·
La
modernidad como una actitud.
El error o fallo, está en considerar que cada una de
estas “piezas” goza del principio holográfico (Morin) que garantiza que allí
está toda la información del TODO, lo que los induce a tomar segmentos de la
realidad como la TOTALIDAD. Si ello fuera así en el presente caso, entonces sí sería
válido considerarlas en forma aislada, como lo hizo Foucault. Pero ello no es
así, y una solución para definir el concepto de modernidad es mediante la
sustitución de la disyunción “o” por la conjunción “y”, esto es, armando las
tres piezas definitorias e integrándolas
en una sola definición:
“La modernidad es una
época, caracterizada por un conjunto de rasgos (rasgos característicos) que le otorgan una identidad propia que la
distingue de otras épocas. Dentro de ese conjunto de rasgos se destaca una
actitud particular, propia de esta época.
Por supuesto,
ella tiene que constituir una ruptura con respecto a otras épocas. O mejor
dicho, con respecto a la época inmediata anterior.”
Ésta es una definición general que nos orienta en el
análisis. Lo que debe ahora hacerse es pasar a un proceso de particularización
mediante la determinación de cuál es esa época, cuáles son las características
esenciales que la definen, y cuál es la actitud que ella genera, lo que viene a
ser también una característica. En cierta manera Foucault lo hace, pero dentro
de una de las piezas aisladas, para lo cual se vale de algunas ideas de
Baudelaire expresadas en “Le peintre de
la vie moderne” (“El pintor de la
vida moderna”),
por ejemplo, analizando la obra de un pintor (Constantin Guys).
No pretendemos revisar el texto
completo de Foucault, y mucho menos agotar las explicaciones aclaratorias de
los conceptos en él contenidos. Foucault se refiere varias veces a la
ambigüedad de Kant, pero creemos que él mismo no se salva de ellas. Sin
embargo, con lo entendido y expuesto tendremos elementos importantes para
caracterizar la colonialidad subyacente en la evolución de la modernidad propia
del medio latinoamericano, y venezolano en particular, cuando estemos en esta
fase del análisis de nuestra investigación en curso1.
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1 Este retazo de
pensamiento lo hemos escrito en el año 2018, como un apunte para fijar algunas
ideas a ser aplicadas luego a una investigación que para entonces realizábamos.
Hoy, a finales del fatídico año 2020, esa investigación ha sido
administrativamente terminada. Pero como toda investigación seria, ella ha sido
generadora de nuevas y complejas preguntas que también claman por respuestas.
Así, que sólo hemos abierto un camino y nosotros continuaremos hacia el destino
que éste nos señale.