ROBIN WILLIAMS
La ética del suicidio
Octavio Acosta Martínez
La noticia
Veo que se ha producido una
conmoción generalizada por la muerte-suicidio del actor Robin Williams. Nada
más abro cualquier medio de información y/o comunicación, y allí me encuentro
algo de este hecho. Artículos, comentarios, videos, fotos, oraciones, poemas,
los encuentro por todas partes, incluyendo facebook, el medio que uso con más
frecuencia. Ante esta avalancha no puedo pasar por debajo de la mesa, como
confieso que estaba tratando de hacer, y tendré -casi me veo obligado- que dar
una opinión al respecto.
Son dos los aspectos, de todos los tratados, que prevalecen en los escritos: el psicológico y el religioso. Pero hay uno que, por lo menos en lo que a mí me ha llegado, ha sido olvidado. Lo trataré más adelante.
Son dos los aspectos, de todos los tratados, que prevalecen en los escritos: el psicológico y el religioso. Pero hay uno que, por lo menos en lo que a mí me ha llegado, ha sido olvidado. Lo trataré más adelante.
La dimensión psicológica
Con respeto a lo psicológico es
poco lo que puedo decir. No soy especialista en depresiones y mucho menos en
depresiones severas. De una manera intuitiva puedo entender que una depresión
severa conduzca a la toma de una decisión, también severa, como es la de acabar con su vida. Algunos han acabado con
otras vidas antes de atentar con la propia. He tenido cerca a personas afectadas por depresiones “severas” que finalmente desembocaron en el suicidio. Algunas veces he conocido la causa, en
otras me ha parecido completamente “injustificada”. Pero sé que he estado equivocado,
siendo yo un militante incondicional del principio de causalidad.
Hay también familias enteras
afectadas por la depresión y por la inclinación al suicidio. En estos días he
escrito por mi blog LA TAGUARA EXQUISITA (ver http://octavioacostamar.blogspot.com/2014/08/de-ravel-para-wittgenstein-concierto.html) sobre la familia Wittgenstein, en la
cual hubo varios suicidios y otras inclinaciones a lo mismo que no concretaron. Algunos de los Wittgenstein se
suicidaron, pero hubo uno que teniendo todo en contra y las condiciones dadas para
la autodestrucción, incluyendo el "pedigrí" familiar, escogió la vida y la lucha.
Ése es mi héroe.
Hay tratamientos para la
depresión y hay especialistas que los prescriben: psicólogos, psiquiatras,
curas y curanderos. Los dos primeros –los más calificados- son muy costosos,
pero en el caso de Robin Williams, no creo que él careciera de los recursos
económicos para financiar esta ayuda. A menos que su depresión haya devenido
precisamente por una debacle económica, pero no he leído nada al respecto. Dicen que tenía una adicción al alcohol, pero también hay asociaciones para ayudar en estos casos. Por supuesto, la depresión a ciertos niveles enajenan al individuo y lo conduce a tomar las decisiones más irracionales. Pero generalmente la depresión no llega intempestivamente a estos niveles, sino que obedece a un proceso que permite tomar previsiones y buscar soluciones, tanto al individuo afectado como a las personas que lo rodean y pueden ayudarlo.
La dimensión religiosa
Con respecto al aspecto
religioso tengo dos hipótesis, independientemente de las causas de la
depresión:
- Robin Williams no le pidió a Dios que lo ayudara.
- Robin Williams le pidió ayuda a Dios, pero Dios no lo escuchó. O sencillamente, por esos extraños designios del Señor, que escapan al conocimiento y la comprensión humana, no le dio la gana de ayudarlo.
Puedo reformular esta segunda
hipótesis para simplificar y para evitar controversias innecesarias con los
lectores:
. 2. Robin Williams le pidió ayuda a Dios y Dios no lo ayudó.
Dado que esta última es una proposición compleja, acudo a la ayuda del atomismo lógico y concluyo en una
sola proposición simple: Dios no lo ayudó.
Independientemente de cuál de las dos hipótesis sea verdadera.
Ahora, poniéndome en los
zapatos de un creyente religioso, fundamentalmente cristiano, la pregunta,
infinitas veces formulada, es: ¿Es pecado el suicidio?
Por dondequiera que le he entrado a esta pregunta, la respuesta es afirmativa. En primer lugar, es una falta a uno de los Mandamientos de Dios. El sexto dice: No matarás. Este "no matarás" incluye a la propia persona, esto es, el suicidio.
La falta a uno de los Mandamientos es una falta grave (esto, por supuesto, presupone la plena conciencia del que lo está cometiendo. Si la falta es deliberada y con conocimiento de la ley sagrada). Todos sabemos que mediante el arrepentimiento y la confesión, cualquier pecado es perdonado. El problema del suicida es que él mismo se quita la oportunidad del arrepentimiento y más aún la de la confesión. El suicida, pues, muere en pecado. ¿Para dónde va después de la muerte? Es asunto que se lo dejo a los especialistas creyentes.
La iglesia católica ha sido consistente en la apreciación de la gravedad del suicidio y lo ha expresado claramente en sus políticas religiosas. Aclaro que soy un creyente retirado y pueden haber cambiado algunas prácticas de la iglesia para adaptarse a las circunstancias modernas. Pero recuerdo que hasta donde yo la seguí, los suicidas no tenían derecho a servicios religiosos en sus velatorios y entierros. Tampoco eran enterrados en el mismo cementerio de los católicos. Cuando era muy joven recuerdo que en mi Ciudad Bolívar natal yo miraba con tristeza por entre los barrotes del cementerio donde enterraban a los protestantes y a los suicidas, y me conmovía ante tanta soledad. Ellos eran los muertos más muertos de todos los muertos. Nadie los visitaba.
La iglesia también se ha opuesto a la eutanasia aún en los casos más graves, donde la vida deja de ser algo digno de merecer tal nombre y más el tener que soportarla. En estos casos extremos la iglesia ha sido opuesta al suicidio y siempre consideró que el quitarse la vida era abrogarse el papel de Dios, el único a quien correspondía decidir sobre la vida y la muerte. El suicidio no es otra cosa que una usurpación de funciones divinas, un acto de arrogancia inconcebible e imperdonable.
De lo que he encontrado en la Biblia, los casos de suicidio que allí aparecen fueron cometidos por hombres catalogados como "no de Dios", por lo tanto a nadie les importa. Sin embargo, tengo una duda con Judas, el caso más notorio. Judas, en realidad, sí fue un hombre de Dios, tanto que fue uno de los apóstoles seguidores de Cristo. Tuvo un momento de debilidad y lo pagó bien caro. Pero Judas sí tuvo también, tiempo de arrepentirse (del pecado previo cometido, no del suicidio en sí). Él "devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos", a quienes expresó su arrepentimiento. Mas la respuesta de éstos fue: "¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!" Judas entonces, "arrojó las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó". Los invito a leer el Evangelio según San Mateo. Hoy, después de dos mil años de este hecho, al creyente católico sigue sin importarle este suicidio al que más bien lo consideran merecido. No solamente eso, sino que hasta es motivo de una celebración. A Judas lo matamos cada año en el Domingo de Resurrección (la quema de Judas). Por lo menos en Venezuela constituye una de las tradiciones más conservadas.
Por motivos de simplicidad no me referiré a otras religiones, donde el suicidio por una causa político-religiosa constituye un acto de heroicidad que se supone es premiada con creces en el más allá. El mundo islámico está colmado de ejemplos. En otras culturas, como la tradicional japonesa, el suicidio es una cuestión de honor ante la aceptación de ciertas faltas. Pero no creo que el suicidio de Robin Williams obedezca a ninguna causa de estas naturalezas.
Tampoco me referiré al "autosuicidio".
La dimensión legal
Desde el punto de vista legal muchas legislaciones en el mundo han coincidido con la valoración del "no matarás" que ha hecho la iglesia católica, y así, el suicidio es considerado un delito. Si el suicida tiene éxito en su acción,... bueno, será juzgado en el más allá. Pero si fracasa, es juzgado aquí por las leyes penales, acusado de algo así como homicidio frustrado. Que los abogados, por favor, aclaren esto. Sé que en Venezuela fue así, pero ahora con tantas reformulaciones que tiene el sistema legal a raíz de una fiebre bolivariana que se caracteriza por cambiarlo todo, no sé ahora.
La dimensión ética y moral
En el caso de Robin Williams, éste es el aspecto que más me interesa, lo que no implica que es donde seré más abundante. Como ha sucedido en tantos otros casos, incluidos los de este propio artículo, éste es un tema super especializado sobre el que se puede escribir una tesis de grado y, efectivamente, se han escrito. Como no estoy especializado en ética y moral, ni pienso escribir una tesis relacionada, me voy a dejar simplemente llevar por mi intuición y mis sentimientos, lo que implica que mis opiniones tendrán un carácter eminentemente subjetivo. Me permitiré aclarar.
De los muchos estudios que se han realizado sobre el suicidio, destacan los de dos grandes figuras que se dieron a la tarea de jurungar en la psiquis del hombre hasta que se cansaron: Freud y Lacan. Confieso que nunca me he sentido atraído por el psicoanálisis, por lo que es ínfimo el tiempo que he dedicado a leer, que no a estudiar, sobre esta disciplina. De ese poco, y en lo relativo al suicidio, he captado que estos dos pensadores han profundizado en las causas y la caracterización del suicidio, pero creo que han dejado un vacío en cuanto a sus consecuencias. Como esto mismo he encontrado en otros investigadores, he llegado a la conclusión temporal de que el suicidio, para los académicos, es un fenómeno que tiene causas, pero no consecuencias. El asunto es que en este momento no estoy buscando las causas de la presunta acción de Robin Williams, sino de las consecuencias que de ella se derivan. Por ésta la razón, es todo lo que diré sobre sobre Freud y Lacan. Sin embargo, recomiendo no dejarlos de lado si usted está realmente interesado en una etiología del suicidio.
Se me olvidó decir arriba -hago un paréntesis- que Robin Williams pudo también haber acudido a esta especialidad como un recurso. Quizás haberle pedido algún consejo a Woody Allen, un enrollado profesional, eterno paciente de psicoanalistas. Pero Woody Allen ha sido un paciente muy inteligente que no sólo no se ha suicidado, sino que ha canalizado sus rollos a través de sus películas, hasta incluso lograr que muchos salgan enrollados de la sala de cine después de verlas. Alguna gente detesta a Woody Allen por esto, pero él particularmente ha encontrado una vía de escape que le ha funcionado.
Terminó el paréntesis. Yo me voy a dirigir a terrenos más simples y comprensibles. Una pregunta que ha sido formulada para dirimir ciertos dilemas éticos-morales es si el hombre se pertenece a sí mismo, o si por el contrario pertenece a algo o alguien. La respuesta es sumamente importante, pues de ella dependerá la calificación-clasificación que usted haga de sus acciones. Si la respuesta es positiva (el hombre se pertenece a sí mismo), entonces él puede hacer lo que le dé la gana con su humanidad, incluso suicidarse. Pero si la respuesta va en el otro sentido (el hombre pertenece a algo o alguien), sus acciones tienen que estar supeditadas al compromiso que él tenga con aquello que lo pertenezca, no con lo que le pertenezca. Aquí surge un concepto de responsabilidad.
Aclaro términos: "Algo o alguien", puede ser la sociedad, la familia, una persona, una causa, Dios, o cualquier otra cosa. Hemos visto el caso religioso. Aquí el hombre no se pertenece a sí mismo, él pertenece a Dios. Por lo tanto, él no puede decidir sobre su vida en el caso de si se la quita o no. Eso está en poder de Dios. Pero como también existen los no creyentes, entonces vamos a otros estamentos sociales.
Un hombre, por ejemplo, tiene familia...
...Debo aclarar, una vez más, que cuando digo hombre, lo estoy haciendo en un sentido antropológico y por lo tanto me estoy refiriendo también a la mujer. Yo sé que es una ladilla tener que aclarar esto constantemente, pero lamentablemente la estupidez bolivariana ha complicado las cosas más simples y se han metido también en el lenguaje, cosa en la que ellos no son especialmente dotados.
... Decía que tiene familia; en ella hijos, esposa, hermanos,... y sigue la línea genealógica. Tiene también amigos, compañeros de trabajo, seguidores y admiradores a distancia, como es el caso de los artistas de cine, los intelectuales, los deportistas, los artistas plásticos, los músicos.
Cuando un hombre ha rebasado los límites de lo estrictamente personal, ya él no se pertenece a sí mismo, él pertenece a algo a lo que voluntaria o involuntariamente creó. En una situación semejante, él no es libre de hacer nada con su vida sin antes pasearse por las consecuencias que tendrán sus decisiones en la entidad a la que él pertenezca. Entre estas decisiones está la de quitarse la vida.
Calma amigos, ya estoy llegando al llegadero y ustedes estarán sospechando sobre mis posibles conclusiones. Para aligerar las cosas, y como un adelanto, aquí va la primera de ellas: el suicidio fue un acto de irresponsabilidad de Robin Williams. Claro está, si doy fe a las informaciones de las agencias noticiosas (que fue un suicidio).
Obviando el caso de Dios ya tratado, alguien que pertenece a alguien o algo y se suicida, produce un trauma a los miembros de su congregación. Los más cercanos, además del dolor de la muerte, se sentirán culpables por esa acción. "¿Qué habré yo hecho o no hecho para que decidiera quitarse la vida?". Otra pregunta: "¿Es que yo (nosotros) fuimos tan insignificantes para él (ella) que ni siquiera valió la pena estar vivo?" Otra: "¿Tan insignificantes fuimos para él (ella) que no le importó el dolor que nos proporcionó?" ... Les dejo como ejercicio ¡siemmmpre los ejercicios! la elaboración de nuevas preguntas.
¿Tenía familia Robin Williams? ¿Cómo creen ustedes que se sentirá ésta? Pero yo voy a algo más: Robin Williams era un personaje público, y en los personajes públicos todo lo que ellos hagan repercute, quiéranlo o no, en un conglomerado que lo circunda. Repercusión que a la vez tiene gradaciones dependiendo del tipo de relación que el personaje haya tenido con dicho conglomerado.
Robin Williams se especializó en transmitir una imagen de hombre bueno, transmisor de los más altos valores en lo que uno puede denominar sentido humano. El maestro transmisor de valores, el padre transmisor de valores, el ejecutivo transmisor de valores, el hombre transmisor de optimismo, el amor a la vida y, simplemente ... el amor. El que se enfrentó a convencionalismos arcaicos e inculcó una rebeldía humanística por la libertad, la alegría, la autorealización. Hasta cuando hizo de robot se trató de un robot bueno y con sentimientos humanos. Mucha gente amó a Robin Williams por esto. A mí particularmente me parecía una bonhomía profesional bien aprovechada por los ejecutivos de Hollywood. Al principio me la creí, pero después la rechacé. Soy rebelde a todo tipo de manipulación si alcanzo a percatarme de ella. Pero lo importante con este actor no es lo que me pudo pasar a mí, sino lo que le pasó a una gran audiencia. Se podría sintetizar la imagen que vendió Robin Williams en una sola frase: amor a la vida.
De pronto, Robin Williams se suicida... ¿Entonces?... ¿Todo lo que transmitió era mentira? Sí, era mentira, y aquí es donde aterrizamos a la dimensión ética: "Usted promocionó unos valores y difundió un mensaje en los que no creía". Y luego, a la dimensión moral: Es la transgresión de los principios éticos llevados al campo de los hechos. El suicidio de Robin Williams es un problema de la transgresión a la ética y a la moral, y ya habíamos dicho que era una irresponsabilidad.
Pudiera ocurrir que en este momento yo sea víctima de un engaño, o simplemente de una equivocación cuando estoy escribiendo sobre la base del suicidio de una persona. ¿Qué ocurriría si dentro de una semana las investigaciones arrojaran un resultado diferente? Lo de la investigación pudiera tratarse de un tecnicismo, toda vez que parece haber un consenso en cuanto al tipo de muerte. Pero de darse un resultado diferente, lo que en cierta forma me aliviaría por el bien de su audiencia, me retractaré con respecto a la evaluación que he presentado sobre el actor y sólo mantendría los principios éticos expuestos.
El actor no podrá responder a ningún señalamiento que se haga sobre su muerte, sea cual fuere el sentido de ésta. Pero al tratarse de un personaje público son inevitables las especulaciones que pública y privadamente también se puedan hacer sobre algo tan lamentable. Así, habrá gente que pueda refutarme y tendrá todo el derecho de hacerlo, y yo deberé aceptarlo. Ése también es un principio ético.
De los muchos estudios que se han realizado sobre el suicidio, destacan los de dos grandes figuras que se dieron a la tarea de jurungar en la psiquis del hombre hasta que se cansaron: Freud y Lacan. Confieso que nunca me he sentido atraído por el psicoanálisis, por lo que es ínfimo el tiempo que he dedicado a leer, que no a estudiar, sobre esta disciplina. De ese poco, y en lo relativo al suicidio, he captado que estos dos pensadores han profundizado en las causas y la caracterización del suicidio, pero creo que han dejado un vacío en cuanto a sus consecuencias. Como esto mismo he encontrado en otros investigadores, he llegado a la conclusión temporal de que el suicidio, para los académicos, es un fenómeno que tiene causas, pero no consecuencias. El asunto es que en este momento no estoy buscando las causas de la presunta acción de Robin Williams, sino de las consecuencias que de ella se derivan. Por ésta la razón, es todo lo que diré sobre sobre Freud y Lacan. Sin embargo, recomiendo no dejarlos de lado si usted está realmente interesado en una etiología del suicidio.
Se me olvidó decir arriba -hago un paréntesis- que Robin Williams pudo también haber acudido a esta especialidad como un recurso. Quizás haberle pedido algún consejo a Woody Allen, un enrollado profesional, eterno paciente de psicoanalistas. Pero Woody Allen ha sido un paciente muy inteligente que no sólo no se ha suicidado, sino que ha canalizado sus rollos a través de sus películas, hasta incluso lograr que muchos salgan enrollados de la sala de cine después de verlas. Alguna gente detesta a Woody Allen por esto, pero él particularmente ha encontrado una vía de escape que le ha funcionado.
Terminó el paréntesis. Yo me voy a dirigir a terrenos más simples y comprensibles. Una pregunta que ha sido formulada para dirimir ciertos dilemas éticos-morales es si el hombre se pertenece a sí mismo, o si por el contrario pertenece a algo o alguien. La respuesta es sumamente importante, pues de ella dependerá la calificación-clasificación que usted haga de sus acciones. Si la respuesta es positiva (el hombre se pertenece a sí mismo), entonces él puede hacer lo que le dé la gana con su humanidad, incluso suicidarse. Pero si la respuesta va en el otro sentido (el hombre pertenece a algo o alguien), sus acciones tienen que estar supeditadas al compromiso que él tenga con aquello que lo pertenezca, no con lo que le pertenezca. Aquí surge un concepto de responsabilidad.
Aclaro términos: "Algo o alguien", puede ser la sociedad, la familia, una persona, una causa, Dios, o cualquier otra cosa. Hemos visto el caso religioso. Aquí el hombre no se pertenece a sí mismo, él pertenece a Dios. Por lo tanto, él no puede decidir sobre su vida en el caso de si se la quita o no. Eso está en poder de Dios. Pero como también existen los no creyentes, entonces vamos a otros estamentos sociales.
Un hombre, por ejemplo, tiene familia...
...Debo aclarar, una vez más, que cuando digo hombre, lo estoy haciendo en un sentido antropológico y por lo tanto me estoy refiriendo también a la mujer. Yo sé que es una ladilla tener que aclarar esto constantemente, pero lamentablemente la estupidez bolivariana ha complicado las cosas más simples y se han metido también en el lenguaje, cosa en la que ellos no son especialmente dotados.
... Decía que tiene familia; en ella hijos, esposa, hermanos,... y sigue la línea genealógica. Tiene también amigos, compañeros de trabajo, seguidores y admiradores a distancia, como es el caso de los artistas de cine, los intelectuales, los deportistas, los artistas plásticos, los músicos.
Cuando un hombre ha rebasado los límites de lo estrictamente personal, ya él no se pertenece a sí mismo, él pertenece a algo a lo que voluntaria o involuntariamente creó. En una situación semejante, él no es libre de hacer nada con su vida sin antes pasearse por las consecuencias que tendrán sus decisiones en la entidad a la que él pertenezca. Entre estas decisiones está la de quitarse la vida.
Calma amigos, ya estoy llegando al llegadero y ustedes estarán sospechando sobre mis posibles conclusiones. Para aligerar las cosas, y como un adelanto, aquí va la primera de ellas: el suicidio fue un acto de irresponsabilidad de Robin Williams. Claro está, si doy fe a las informaciones de las agencias noticiosas (que fue un suicidio).
Obviando el caso de Dios ya tratado, alguien que pertenece a alguien o algo y se suicida, produce un trauma a los miembros de su congregación. Los más cercanos, además del dolor de la muerte, se sentirán culpables por esa acción. "¿Qué habré yo hecho o no hecho para que decidiera quitarse la vida?". Otra pregunta: "¿Es que yo (nosotros) fuimos tan insignificantes para él (ella) que ni siquiera valió la pena estar vivo?" Otra: "¿Tan insignificantes fuimos para él (ella) que no le importó el dolor que nos proporcionó?" ... Les dejo como ejercicio ¡siemmmpre los ejercicios! la elaboración de nuevas preguntas.
¿Tenía familia Robin Williams? ¿Cómo creen ustedes que se sentirá ésta? Pero yo voy a algo más: Robin Williams era un personaje público, y en los personajes públicos todo lo que ellos hagan repercute, quiéranlo o no, en un conglomerado que lo circunda. Repercusión que a la vez tiene gradaciones dependiendo del tipo de relación que el personaje haya tenido con dicho conglomerado.
Robin Williams se especializó en transmitir una imagen de hombre bueno, transmisor de los más altos valores en lo que uno puede denominar sentido humano. El maestro transmisor de valores, el padre transmisor de valores, el ejecutivo transmisor de valores, el hombre transmisor de optimismo, el amor a la vida y, simplemente ... el amor. El que se enfrentó a convencionalismos arcaicos e inculcó una rebeldía humanística por la libertad, la alegría, la autorealización. Hasta cuando hizo de robot se trató de un robot bueno y con sentimientos humanos. Mucha gente amó a Robin Williams por esto. A mí particularmente me parecía una bonhomía profesional bien aprovechada por los ejecutivos de Hollywood. Al principio me la creí, pero después la rechacé. Soy rebelde a todo tipo de manipulación si alcanzo a percatarme de ella. Pero lo importante con este actor no es lo que me pudo pasar a mí, sino lo que le pasó a una gran audiencia. Se podría sintetizar la imagen que vendió Robin Williams en una sola frase: amor a la vida.
De pronto, Robin Williams se suicida... ¿Entonces?... ¿Todo lo que transmitió era mentira? Sí, era mentira, y aquí es donde aterrizamos a la dimensión ética: "Usted promocionó unos valores y difundió un mensaje en los que no creía". Y luego, a la dimensión moral: Es la transgresión de los principios éticos llevados al campo de los hechos. El suicidio de Robin Williams es un problema de la transgresión a la ética y a la moral, y ya habíamos dicho que era una irresponsabilidad.
Pudiera ocurrir que en este momento yo sea víctima de un engaño, o simplemente de una equivocación cuando estoy escribiendo sobre la base del suicidio de una persona. ¿Qué ocurriría si dentro de una semana las investigaciones arrojaran un resultado diferente? Lo de la investigación pudiera tratarse de un tecnicismo, toda vez que parece haber un consenso en cuanto al tipo de muerte. Pero de darse un resultado diferente, lo que en cierta forma me aliviaría por el bien de su audiencia, me retractaré con respecto a la evaluación que he presentado sobre el actor y sólo mantendría los principios éticos expuestos.
El actor no podrá responder a ningún señalamiento que se haga sobre su muerte, sea cual fuere el sentido de ésta. Pero al tratarse de un personaje público son inevitables las especulaciones que pública y privadamente también se puedan hacer sobre algo tan lamentable. Así, habrá gente que pueda refutarme y tendrá todo el derecho de hacerlo, y yo deberé aceptarlo. Ése también es un principio ético.