CUENTOS DE TAGUARA
LAS ESCALERAS
DEL MAPAL
-¿Por qué saltas tanto? Vas a
arrugar el pantalón.
-Es que hay mucha plaga; me están
picando los zancudos –fue la respuesta de Germán. -¿Y tú que haces?
-Voy a comprar un cartón de huevos
aquí en el abasto, y después me voy para la fiesta.
-Okey, entonces te espero y me voy
contigo.
La esposa entró al abasto, mientras
Germán la esperaba en la acera haciendo un trabajo en la computadora. Eso le
dijo él, pero a lo mejor se quedó para ver libremente las chicas las que pasaban por el frente.
Un día, cuando se tuvo que bajar en
el piso 7, Germán comenzó a bajar las escaleras. Llegó al primer descanso y vio
la puerta entreabierta de un apartamento. Se divisaba parte de la sala donde
había unos muebles de terciopelo rojo. En la pared detrás del sofá colgaban dos
cuadros, uno con La Última Cena y el otro representaba un florero con cayenas
rojas, blancas y amarillas, que reposaba en una mesita con un pequeño manto
azul. Parecía un cuadro de los que vendía un viejito en la acera de la Plaza
Mariño, en la esquina. Se quedó mirando con curiosidad tratando de identificar
el apartamento. Muchas veces tuvo que hacer el recorrido desde el 7 y creía
conocer todos los apartamentos en el camino, pero esta vez éste le resultó
extraño. Estaba en esta observación cuando una señora salió del fondo y lo
saludó. La reconoció porque se la había encontrado varias veces en la Planta
Baja. La saludó también y aprovechó para preguntarle por el piso 5.
-Ah, tiene que bajar al pasillo del
piso de abajo, lo recorre por el lado derecho y al otro extremo hay una
escalerita. La baja y llega directo al 5.
Germán bajó hasta el pasillo de
forma cuadrada que circunvalaba la parte interior del edificio. Tomó por la
derecha y se encontró con Tomás Vargas y John Castro, dos profesores de la
Universidad. Él no tenía conocimiento de
que ellos vivieran en el edificio, pero no se extrañó de verlos. Ellos tampoco
se extrañaron, le pasaron por un lado y sólo se intercambiaron unas sonrisas
amistosas como saludo. Llegó a las escaleritas y las bajó. Enseguida desembocó
a una rampa de estacionamiento que conducía a la calle. “Ah, caramba; como que me pasé. ¿Cómo fue que no vi el 5?”. Lo que pasa es que conozco poco el edificio por este lado”, se
dijo como consuelo y justificación. Ya
que estaba en la calle decidió entrar de nuevo al edificio, pero por la puerta
principal. Caminó por la acera, pasó frente a la carnicería, subió tres
escalones que separaban la acera del pasillo de la reja de entrada; la traspasó
y se dirigió a las escaleras que salían al lado del ascensor. Comenzó a subir y
al rato, cuando iba por el tercer piso sintió que venía gente detrás a paso
acelerado. Volteó y se percató que eran dos hombres jóvenes, como a cinco
escalones de distancia, seguramente hermanos, que vivían tres pisos más arriba.
Entablaron una breve conversación sobre las dificultades de estas paradas
continuas del ascensor.
-Ésta es la tercera vez que se daña
en los últimos quince días –comentó el mayor de ellos.
-Sí –respondió Germán, – yo alcancé
a subir antes, pero no se paró en el 5. Me bajé en el 7, pero no pude encontrar
el 5 por aquel lado.
En eso vio a Horacio que iba más
arriba, cruzando ya hacia uno de los pisos.
-¡Horacio! ¿Cómo estás? Te he estado
buscando.
Horacio se volteó sonriendo
amistosamente, pero sin disminuir su paso.
-Espérate un momento, tengo que
preguntarte algo.
Pero como Horacio no daba muestras
de pararse, le preguntó sobre la marcha:
-¿Cómo es eso por allá? ¿En qué
parte estás?
-Todo está bien, me siento contento
–Y continuó, sin más explicaciones, hacia uno de los pasillos.
-El hombre está apurado –comentó uno de
los que venían atrás- ¿Él vive aquí? No lo había visto antes.
-Sí, vivía aquí. Lo que pasa es que
él murió hace varios años –dijo Germán mientras reanudaba su paso-. Desde
entonces, ésta es la segunda vez que lo veo y ninguna de las dos veces he
logrado que me diga en qué parte está. Porque por allá no lo he visto.
-¡Qué! ¿Él está muerto? –preguntó
sorprendido el más joven, mientras ambos detenían bruscamente su ascenso- ¿Cómo
es eso de que por allá no lo ves?
-Claro. Lo que pasa es que por allá
parece que hay varios sitios y los ubican de acuerdo a la fecha en que murieron.
Eso me imagino, porque nadie me ha explicado nada. Yo por ejemplo, he tratado
de encontrar a mi papá y a mi mamá; pero todo en vano. Nadie me da razones de
ellos. El asunto es que yo morí hace apenas un año y mis padres ya hace
muchos que se fueron. Mucho antes que Horacio. Pero no sé si será por la nostalgia que de vez en cuando llego aquí y no sé ni cómo. Creo que debe ser por el deseo
de obtener alguna pista en el edificio. Nosotros vivíamos antes en el quinto
piso. Quizás ustedes nos conocieron, aunque seguramente estaban muy jóvenes.
¿No recuerdan a los Hermoso del apartamento 21? –preguntó Germán, mientras se
viraba hacia los que lo seguían. Pero se sorprendió de ver las escaleras
vacías.
Jajaja 😂 a principio me decía coño este Germán vive entre el ascensor y las escaleras ve a titirimundachi. Por los años en el Mapal debe salir muerto que jode 😂🤣😂
ResponderEliminarjajajaj yo decía al principio que parecía una pesadilla, cuando sueñas que vas en el ascensor y suceden cosas así y nunca llegas a donde quieres llegar, y se mueve horizontal y de todas las formas que vivió Germán. Espero que consiga a sus padres.
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