embed src=http://flash-clocks.com/free- embed src=http://flash-clocks.com/free- La Taguara Exquisita: EL CINE Y LA AVIACIÓN

sábado, 26 de marzo de 2011

EL CINE Y LA AVIACIÓN

EL CINE Y LA AVIACIÓN
Octavio Acosta Martínez





¿Qué tiene que ver el cine con la aviación?  En principio el cine tiene que ver con todo, por cuanto en sus pantallas se pueden proyectar historias relacionadas con cualquier cosa que conozcamos, sea ésta algo perteneciente al mundo de los cinco sentidos o al mundo exclusivamente conceptual, o sentimental también. Pero no es a este tipo de relación al que me referiré en este escrito, sino a una experiencia muy particular que viví.

Los franceses siempre se han atribuido la paternidad del cine, ya que fueron los hermanos Lumière los primeros que filmaron y exhibieron una película ante un público.  Sin embargo, no han faltado las voces en desacuerdo, sobre todo norteamericanas, quienes afirman que el verdadero inventor-precursor fue Thomas A. Edison. Edison inventó una máquina, llamada kinetoscopio, en la cual se podía pasar, más no proyectar, una secuencia fotográfica que daba la sensación de movimiento continuo. El haberse dado esto antes del espectáculo de los hermanos Lumière es el argumento esgrimido por sus seguidores para afirmar que fue él su verdadero inventor. Pienso que esta discusión se podría zanjar, como muchas otras, con una simple –o a lo mejor no tan simple- definición. En este caso, la pregunta previa a contestar sería ¿qué es el cine? Si el cine consiste en crear una historia gráfica a partir de hacer pasar un grupo de fotos a una velocidad tal que transmita la sensación de continuidad, entonces ambos son cine, y los dos se pueden considerar sus inventores; aunque se presume que los hermanos Lumière pudieron haber sido inspirados por el invento de Edison. Ahora, si el cine implica necesariamente una proyección en pantalla, entonces los inventores fueron los hermanos Lumière. También es verdad que éstos fueron los primeros que filmaron una escena, pero esto no constituye una condición necesaria para definir el concepto de cine, las películas de dibujos animados no son filmadas y sin embargo no las podríamos excluir de él.

En todo caso, tanto los hermanos Lumière como Thomas A. Edison, se valieron de un invento y un descubrimiento previo: el invento de la fotografía y el descubrimiento de un fenómeno denominado persistencia en la memoria que caracteriza a la visión. Cuando se pasa un número dado de fotos a una cierta velocidad, el ojo mantiene en su memoria la imagen de cada una durante un tiempo, aun cuando se hubiese retirado, permitiendo que aparezca la siguiente antes de que esta imagen se borre; las imágenes se funden dándose así la continuidad.

Sobre definiciones podemos argumentar indefinidamente sin llegar a ningún acuerdo, sobre todo si tras la idea misma de aclarar subyacen intereses particulares inconmovibles. Por esto, los franceses no dan su brazo a torcer y para fortalecer su verdad han logrado transmitir al mundo una fecha para la invención del cine: 28 de Diciembre de 1895. Fue en ésta cuando los hermanos Lumière asombraron a un colectivo que asistió por primera vez a la proyección de algo que se llamó película. Como las cosas hay que rubricarlas, recordarlas y machacarlas para que no se olviden, el año 1995 fue declarado como el del Primer Centenario de la Invención del Cine por parte de Francia y estuvo adornado por una amplia programación conmemorativa.

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La Alianza Francesa es una institución  (no he terminado con el cine, hacia allí voy) que tiene como misión no sólo la enseñanza del idioma, sino también la difusión de la cultura francesa. Por eso es reconocida, apoyada y subsidiada en gran parte por el Estado (el francés, por supuesto).  Actualmente tiene sedes en aproximadamente unos 140 países. En cada país se pueden encontrar representaciones en varias ciudades y en una sola ciudad puede haber más de una sede. Es el caso de Venezuela y es el caso de Caracas.

Dentro de los eventos programados para el año 1995 la Alianza promovió a nivel internacional un concurso de conocimiento de cine entre todos sus miembros (alumnos) para celebrar el mencionado centenario. En virtud de esto, envió a todas las sedes un cuestionario contentivo de 28 preguntas sobre el tema para ser respondido por quienes desearan participar. Se elegiría un representante por cada país, el cual iría en Enero de 1996 a una confrontación final en París. El premio para cada representante: el viaje con todos los gastos pagos. ¿Y para el ganador en París? Lo mismo, pero para el próximo Festival de Cannes. Ya el lector debe estar imaginando que yo estudiaba en la Alianza Francesa para ese entonces y que decidí participar en el concurso; y así mismo fue, adivinaron.

Quizás los franceses, por lo menos los de la Alianza, debieron haber pensado que cine es sinónimo de cine francés, porque las 28 preguntas se referían a éste. Yo tenía –no estoy seguro de que lo conserve- un aceptable conocimiento sobre cine francés, el cual veía mucho cuando no existía la dictadura de los circuitos actuales. A las salas de cine, aun la de los pueblos y barrios más humildes, llegaban las películas francesas, italianas, españolas y de otros países con toda libertad, y la gente asistía, aunque muchas veces salía totalmente desconcertada de la función respectiva. Hoy estamos dominados por una industria en particular (la norteamericana, ¿cuál otra podía ser?), tanto en las salas de exhibición como en la televisión, y del resto del mundo nos enteramos cuando hay algún que otro festival en las escasas salas de cinema-arte con que contamos.

A pesar de ser pocas, las preguntas no eran fáciles de contestar y me llevó varias semanas hacerlo, ya que debí poner muy en orden mis recuerdos. No se contaba todavía con la ayuda que hoy proporciona la Internet, pero sí tuve la de un buen amigo que ha dedicado buena parte de su vida al estudio y promoción del buen cine: el profesor Daniel Labarca. Él me suministró la información que yo necesitaba para responder algunas de las preguntas. Al final –seguramente también adivinaron- resulté el ganador a nivel nacional y por tanto obtuve el derecho de asistir a la confrontación final. Ahora, lo que seguramente se preguntarán, porque eso sí que no lo han adivinado, es ¿qué pito toca la aviación en este cuento?

En primer lugar, el concurso fue copatrocinado por la Air France. Esta línea se encargó de financiar y transportar a los más de 80 ganadores de los respectivos países que asistieron, además de otros gastos y obsequios que dio a cada uno. Sin duda, un monto considerable. Si nosotros no somos de los que se chupan los dedos, sabemos que las empresas no hacen las cosas por puro altruismo y que para cada desembolso debe haber una contraprestación, aunque no sea necesariamente en cosas materiales. Puede ser de tipo publicitaria, de reconocimientos públicos que den prestigio o de algo que contribuya a resaltar el nombre de la empresa.

Nosotros no sabíamos cómo se iba a recompensar a Air France por este servicio y no nos importaba, ése era problema de los organizadores. Yo, junto con los nuevos amigos que hice, de nacionalidades de las que nunca había conocido a nadie, me dediqué a disfrutar de las actividades programadas y a asombrarme por las cosas que “descubría”. Me vi caminando por las calles de París en medio de tremendos aguaceros de pleno invierno buscando unos negritos, músicos de jazz que yo sé, vendían allá. Y no entendía, por ejemplo, para dónde corría el agua y por dónde se iba, porque me parecía una maravilla que la gente caminara igual, que el tráfico fluyera y que yo pudiera cruzar de una acera a otra sin que eso implicara ningún trauma. ¿Cómo no acordarme de mi querida Avenida Bolívar? ¿Y del paso frente al cuartel en la Avenida Universidad?

Disfruté mucho del Museo del Cine en el Trocadero. No pensé que algún día podría ver la escenografía real en la que se filmó alguna película célebre, y hasta caminar por ella, como fue el correspondiente al del Gabinete del Doctor Caligary. O los decorados, ahora ingenuos nos parecen, usados para El Viaje a la Luna, de Méliès; o el vestido que usó Marilyn en la película tal. O la cámara con que se filmó…, o… Bueno, estaba en pleno contacto con un mundo de magia. Y así seguí…hasta…



Acto de confrontación final del concurso. Nos ubicaron en un amplio auditorio de la Alianza de Montparnasse y entregaron a cada uno un cuestionario con 50 preguntas… ¡25 de las cuales eran sobre aviación! ¿Qué carajo tiene que ver la aviación con el cine? ¡Yo nunca he sabido nada de aviación, ni me interesa! Después me enteré: ésa fue una condición que puso la Air France, o más suavemente, una “petición”, por haber ofrecido el transporte de todos. Además, esta empresa manejaba la misma regla de tres que la Alianza: “aviación” significaba “aviones y servicios de la Air France“¿De qué altura es el nuevo Boeing 747-300 adquirido por la Air France? Como un edificio de: 4 pisos ___, 5 pisos____, 7 pisos ____”  Yo no tenía idea de cómo podía ser un Boeing 747-300, a lo mejor viajé en él y no me di cuenta. Tampoco tenía en la mente un patrón para evaluar la altura de un edificio en Francia. Un edificio de cuatro pisos en Venezuela es una taguarita, pero cuatro pisos en París es una soberbia edificación. Por más que realicé un gran esfuerzo de imaginación para poner un avión en Les Champs-Élysées no pude estimar su altura. Contesté cualquier cosa para ver si la pegaba.
                                         


Hubo preguntas sobre un servicio azul (blue), o algo así, que prestaba Air France para los niños que viajaban en avión. Como yo viajaba solo y no me imaginaba que me encontraría con este tipo de preguntas, ni me fijé en el avión, sólo recliné mi asiento y traté de dormir para amortiguar la fatiga de una larga travesía. Me cansé de tirar flechas en ese cuestionario. De las 25 preguntas de “aviación” estoy seguro de haber contestado UNA buena, y eso por deducción, dado un cierto conocimiento sobre nuestro planeta:

“¿El tiempo de vuelo en un viaje de París a Bangkok, Tailandia, es: Menor____, Mayor____, Igual____, que de Bangkok a París?”

Bueno, la Tierra gira de Oeste a Este (sentido contrario a las agujas del reloj si se mira desde el Hemisferio Norte). Bangkok está al Este de París. Cuando el avión se dirige a Bangkok va avanzando en el mismo sentido del giro de la Tierra y, por tanto, Bangkok trata de alejársele. En cambio, cuando el avión viene de regreso avanza en sentido contrario al giro de la Tierra. Por tanto, él avanza hacia París y París avanza hacia él; así el encuentro es más rápido. Respuesta: Mayor__X__.
Apliqué el mismo razonamiento que había realizado en ocasión anterior acerca del porqué el vuelo de Maiquetía a París duraba 10 horas, mientras que de París a Maiquetía era de 9, siendo la misma distancia y viajando el avión a la misma velocidad.

De las preguntas de cine no sé qué decir. Estuve seguro de algunas, pero en otras también tiré mis flechazos. No quiero justificarme, pero considero que no estuvieron en consonancia sobre lo que se pudiera enmarcar bajo el título de “Conocimiento de Cine”. Por ejemplo: “¿Qué edad tiene Catherine Deneuve en la actualidad? 47____, 50____, 52____.”  Catherine Deneuve fue en un tiempo mi actriz favorita, estuve profundamente enamorado de ella y había visto casi todas sus películas, por lo menos las que llegaron a Venezuela. Muchas veces fui al cine por el solo placer de verla, sin importarme la “trama”. Afortunadamente, en ella coincidió la belleza con la calidad y sus películas eran representativas del buen cine francés, y del español, y de donde quiera que filmara, pero… ¿cuántos años tendría? Me puse a compararla conmigo mismo: Yo era un muchacho que estaba comenzando mis estudios de ingeniería cuando veía sus películas. Para mí era una mujer completa, joven pero lista para todo y ella actuaba como tal. No puede ser tan menor que yo. Debe estar por ahí. Además, las edades del cuestionario no están tan distantes. Bueno, voy a responder… ____ No recuerdo, pero sé que me pelé. Me fallaron mis “conocimientos” de cine.

¿En qué lugar quedé en el concurso? No fue entre los tres primeros que anunciaron, los demás quedamos en una incógnita. Agradezco esta delicadeza que posiblemente me libró de una terrible frustración. Por lo demás, recuerdo con agrado y nostalgia este viaje, fueron muchas las vivencias positivas, de las cuales todavía hay para contar. No fui a Cannes, pero yo sabía que las posibilidades eran remotas (por otras causas diferentes a la aviación). Lamento no haberle dado esta satisfacción a mi sede y, ¿porqué no?, al país. Después me enteré que la Directora de mi Alianza tenía previsto hacer una gran fiesta para celebrar en caso de que yo ganara. Ahí sí me sentí culpable.


2 comentarios:

  1. jajaja, estuvo muy bueno, recordar es vivir.

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  2. Bueno hermano!! que buena narrativa, en realidad el maratón no fueron las horas del viaje, si no todo lo que tuviste que hacer para tratar de responder las preguntas orientadas al conocimiento de la aviación francesa y como se hacia esta en air france. Creo que nunca pasó por tu mente como se pagaría el precio a la línea aerea, eso fue una divertida emboscada.
    Saludos!!

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