Cuando escribo mis correos y me despido "desde La Taguara Exquisita" alguna gente me ha preguntado qué es eso, dónde queda, ¿es un restaurante?, ¿una tasca? "¡Ay!¡Yo quiero conocerla!" me dijo una amiga.
En la oportunidad en que fui Director de Cultura de la Universidad me encontré con un antiguo galpón de deportes como sede de esta Dirección. Había sido bien refaccionado para que cumpliera con sus funciones, pero seguía siendo un galpón y sus espacios no eran suficientes para hacerlo con la idoneidad requerida. "Esto es una taguara", me decían en son de queja varios de los miembros, promotores culturales de la comunidad. "Está bien, es una taguara -les decía yo-, pero hagamos de ella una taguara exquisita". Todavía hoy creo que ésa era la actitud correcta. Cuando uno no puede, o no quiere, huir de un ambiente dado y tampoco puede adaptarse a él, lo pertinente es tratar de cambiarlo en una dirección que se aproxime a nuestro ideal. Nosotros no podíamos cambiar ese galpón, no podíamos aspirar a una mejor sede, por lo menos en un corto ni mediana plazo. Yo como Director podía renunciar cuando se me antojara y buscar un mejor ambiente, mi casa, por ejemplo (soy un profesor jubilado), pero los trabajadores, el personal fijo de la Dirección, no. Ellos tendrían necesariamente que resistrir y soportar -como lo hice yo en mi Facultad- un ambiente no deseado hasta que los años les concedieran el privilegio de la jubilación. La solución era convertir esta taguara en un rincón exquisito que irradiara las luces de la cultura, no sólo como un simple espectáculo, sino como verdadera formación que moldeara el perfil humanístico de los profesionales que estábamos egresando. Ésa fue mi propuesta y para rubricar el compromiso intenté formalizar con una placa, o algo así, el nombre que se me había ocurrido. Pero a algunos miembros de la comunidad no les gustó y yo desistí de la idea. No es bueno forzar situaciones que si vamos a ver, no son fundamentales para los objetivos que hemos diseñado.
Un tiempo después ya no soy Director de Cultura. Estoy en mi casa construyendo mi rincón para el retiro y una vez más ¡cuántas veces ha ocurrido! se me plantean problemas de espacio, Mi casa no es la casa que quisiera tener, y mi estudio... Casi toda la casa es un estudio: libros, discos, equipos de sonido, y obras de arte. Pero el estudio, Estudio, tiene que estar centralizado en un lugar específico y sólo cuento con eso que llaman "cuarto de servicio". Sí, ese pequeño cuartico, generalmente situado entre la cocina y el lavandero, diseñado para que en él duerma la esclava que nos hace los oficios de la casa. Por supuesto, este lujo impagable pertenece al pasado (la esclava que hace el servicio), ahora la esclava es la propia ama de casa, ayudada algunas veces por los hijos y por el esposo (si éste no es muy machista).
Bien, en ese cuartico, una taguara, tengo centrilizado mi estudio. Me afloran los recuerdos de la Dirección de Cultura. Siento que es la hora de predicar con el ejemplo. He bautizado mi estudio como La Taguara Exquisita. Antes no lo pude hacer porque era tan solo un Director, pero aquí soy El Jefe, y como bien saben ustedes, jefe es jefe. Lo he puesto muy bonito, no para que la gente lo vea, sino para yo sentirme bien en él. Con la misma filosofía de antes trataré aquí de crecer y de irradiar, no sé qué, pero algo bueno para los demás.
¿Cómo podría llamarse este blog? Ahora se entiende. Y éste es mi primer artículo.
Gracias por compartir este espacio, desde ya, imagino momentos muy sentidos, aderezados además con su estilo tan particular de escribir.
ResponderEliminarSaludos!
Hola padre mio, desde aquí te seguiré y propagaré....muchos besitos.
ResponderEliminarsaludosss que interesante pelicula, padre prestamela para verla o grabamela, saludosss
ResponderEliminarBueno hay que conocer esa taguarita para ver si es exquisita
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