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lunes, 17 de marzo de 2014

Asamblea Nacional Constituyente
(Parte II)

Octavio Acosta Martínez
Twitter@snittker.com



El modelo socialista
         Pasó algún tiempo antes de que uno pudiera comprender el verdadero sentido de la propuesta Constituyente. En realidad, la prioridad del comandante en sus aspiraciones de poder no estaba centrada en la erradicación de la corrupción, ni en que el pueblo recobrara su dignidad, ni moralizar, ni ninguna de las cosas     que constantemente mencionaba, aunque es posible que al principio sintiera alguna motivación por ello. Sobre todo que uno nunca sabe lo que los demás entienden por dignidad, moral, y tantas otras cosas. En mis tiempos juveniles de militancia política de izquierda tratamos siempre de establecer un claro deslinde entre los conceptos “moral revolucionaria” y “moral burguesa”. Nosotros practicábamos, por supuesto, la moral revolucionaria. Así que cuando alguien habla de “moralizar” no se sabe bien hacia dónde va la cosa. El comandante hablaba de moralizar y para donde fuera, estaba diciendo la verdad. Lo mismo pudiéramos decir de la caótica situación económica, por la carencia evidente de los servicios médicos asistenciales y, al fin, por todos los problemas que son del diario sentir de un pueblo. Un buen político, sintiéndolo o no, tiene que hacerse eco de todos los clamores populares si entre sus planes está el valerse de ese apoyo para acceder a ciertos niveles de poder. En el propio inicio, al comandante no le importó este apoyo. Él pensó que con el solo apoyo de las armas que logró captar para su insurrección le bastaría, pero cuando fracasó en su intento, optó por la vía institucional donde todos los políticos expresan sus verdades y canalizan sus aspiraciones. Así que el comandante también levantó la bandera anticorrupción, lo más evidente para que el pueblo lo comprendiera.

         Pero él tenía otros planes. En  realidad quería suplantar el modelo de democracia burguesa, falsamente representativa, como técnicamente es llamada, por un modelo de democracia participativa, también una falsedad, pero la gente no lo sabía y sonaba muy bien. Lo que el comandante quería era simple y llanamente un modelo  socialista –tal como lo quisimos muchos en un tiempo-. La cosa es que no lo podía llamar así, porque entonces el pueblo no lo apoyaría. Los partidos de izquierda generalmente eran apoyados moralmente por el pueblo, ante la evidencia de la ineficacia de los distintos gobiernos que se alternaban en el poder, pero no le daban el SÍ en las urnas electorales a la hora de definir los destinos del país. La palabra socialismo, y su subsecuente, comunismo, causaban rechazo en el electorado. Por eso el comandante negaba que él fuese socialista. Aseguró que no perseguiría la empresa privada y que sólo nacionalizaría aquella industria que tuviera un valor estratégico para el Estado (petróleo y hierro).


              .  



        ¿Fue un mentiroso el comandante? También es algo relativo. Pienso que fue una estrategia, seguramente necesaria para no espantar buena parte del electorado. Desde un cierto punto de vista todos los políticos son mentirosos, porque éste es un terreno donde no se pueden mostrar abiertamente todas las cartas. El que lo haga será reconocido como un paladín de la honestidad, pero no ganará el juego.

         Por esta razón, el comandante comenzó con aquel pasticho bolivariano-revolucionario-humanista y algún tiempo después, cuando las condiciones estuvieron dadas, socialista. Las cosas en realidad se dieron en un orden cronológico. Primero fue solamente bolivariano. Muchos fuimos los que nos reímos la primera vez que el comandante habló de la revolución, para catalogar su gobierno. “Éste lo que está es loco”! Nosotros habíamos estudiado que la burguesía jamás entregaba el poder y sus privilegios por la vía pacífica. ¿Cómo se le podría llamar revolución al simple hecho de haber llegado al gobierno por un proceso democrático? Ojo, la palabra socialismo no se había mencionado todavía.
         Pero llegó la Constituyente. La Constituyente era la vía para cambiar todo. La Constituyente tiene el poder de definir la forma de gobierno que le dé la gana. Para una idea un poco más completa, he aquí un video muy enriquecedor donde Oscar Yánez entrevista al candidato llamado Hugo Chávez, así me facilito el trabajo al ahorrarme palabras: 


             




         Oscar Yánez fue profético en su intervención. Pareciera que él iluminó al candidato para que éste hiciera todo lo que hizo, pero no fue así, el entrevistador conocía al personaje, como lo demostró muchas veces después.
         Sin embargo, a pesar de que el comandante avanzó bastante en su proyecto, no pudo hacerlo hasta donde él hubiese deseado. Por tres razones:
1.    Para lograr un cambio tan radical de modelo político, tenía que poseer una mayoría aplastante en la Asamblea. Él tenía una buena porción, pero también había una importante representación de la política tradicional.
2.    No todos sus partidarios en la Asamblea estaban conscientes de hasta dónde el comandante se proponía llegar. De saberlo, muchos no lo hubieran apoyado. Diríase que la mayoría estaba allí para lograr, por fin, el adecentamiento del  modelo democrático.
3.    El propio comandante no estaba claro en el diseño de su modelo. Él sabía cuál era el modelo, pero no sabía cómo adaptarlo al país y venderlo a todos, incluidos sus partidarios.
         ¡Ah! ¡Pero había una escuela caribeña donde él podría acudir a instruirse… y hasta allí fue!


La escuela cubana
         ¿Será necesario echar todo este cuento? Les recuerdo que en la Parte I dije que me estaba dirigiendo a un lector no ingenuo y sí informado. Sólo resumo:
         Los innumerables viajes que el comandante, ahora Presidente, hizo a Cuba no fueron fundamentalmente para hablar de béisbol con  su admirado “padre” barbudo. De allí sacó las principales ideas de cómo implantar y preservar el modelo. Por eso hemos visto repetidos en Venezuela los mecanismos usados por la revolución cubana para mantenerse ella misma en el poder. Los famosos Círculos Bolivarianos son la versión venezolana de los CDR (Comités de Defensa de la Revolución) cubanos. Las milicias liceístas, y fundamentalmente las medidas de alta política fueron sacados de la isla caribeña. Por eso llegó esa avalancha de cubanos que en distintas áreas vienen a ayudar al comandante. Asesores de todas las clases, y una muy importante, la asesoría militar mediante la penetración directa de las fuerzas armadas. Otra también importante: el control de toda la información y datos de los venezolanos a través de la elaboración de nuestra cédulas de identidad y elaboración de pasaportes. Hasta los eslóganes fueron trasladados literalmente. Recuerdo cómo salté del asiento de mi automóvil cuando pasando frente al cuartel del ejército en Valencia, vi por primera vez aquel letrero gigantesco en la puerta: “¡PATRIA, SOCIALISMO… O MUERTE!”… No lo podía creer, ésa consigna la repetí yo mismo en mis años estudiantiles (¿debería sentirme realizado?), consigna subversiva que era fuertemente reprimida por ese mismo ejército que ahora la enarbolaba en su puerta. ¿A ese grado de penetración llegó el propio ejército? ¿Y los Generales aceptaron eso? Luego fueron la manera como finalizaba los discursos: “¡PATRIA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!”, y todos los bolivarianos uniformados de rojo rojito. Y aquellas grandes vallas y carteles por todas partes con la imagen del comandante-Presidente. El culto a la personalidad característico del socialismo y de todos los gobernantes dictatoriales de cualquier signo. Después uno se acostumbra a todo (ojo, eso de “acostumbrarse” tiene sus categorías), o quizás se debiera decir que uno ya no se sorprende de lo todo lo que ve,… aunque también… Este gobierno bolivariano es una caja inagotable de sorpresas.

Una buena pregunta
         Digo yo que es buena, vamos a ver. Hemos visto por ahora para qué servía la Constituyente. Las palabras de Oscar Yánez fueron aleccionadoras: la Constituyente era una entidad super dictatorial, por lo menos lo había sido en el caso de Venezuela. Para el momento de la entrevista él mencionó de manera específica las experiencias de 1946 y 1952, la primera para justificar y legitimar un régimen surgido de un golpe de Estado, y la segunda para darle rango constitucional a una dictadura. Ahora tenemos la experiencia de 1999, ¿para legitimar qué? Ponga usted mismo la respuesta. Pero yo tengo también una pregunta: Así como es, o ha sido, una entidad dictatorial ¿no podría ser usada también en sentido contrario? ¿Para rescatarnos de una dictadura y restablecer el sistema democrático? Eso todavía lo estoy pensando, y además ésta no es la “buena pregunta” (aunque tengo la sospecha de que va a terminar siendo también buena).
         Se le presenta un problema al chavismo y su revolución bolivariana: ¿Cómo darle vida y sustento a una revolución que se ha dado mediante la aplicación de las reglas del sistema democrático? Necesariamente tendrá que atenerse a un sistema de derecho y a un juego de poderes. Además, tendrá que someterse a prueba periódicamente en procesos electorales donde correría el riesgo de perder. Si se pierde un proceso electoral presidencial con un candidato de la derecha se interrumpe el proceso revolucionario. La revolución es una conquista demasiado valiosa ¿es posible que se pierda por atender a reglas de juego burguesas? “No, la revolución llegó para quedarse y la defenderemos con nuestras propias vidas… La revolución es pacífica, pero armada” ¿Qué nos estarán queriendo decir con esto?

         Hice varias preguntas, pero todas en realidad son una sola, pero ¿es o no una buena pregunta? Sin embargo la respuesta es facilísima, está a la vista de todos. Bueno, de los que no son ingenuos y caídos de la mata.  Fácil o difícil la voy a responder en la Parte III de este trabajo. Mientras tanto y para que recuerden un poco la historia, les dejo este video donde María Corina Machado se le enfrenta al dictador constitucional en la Asamblea Nacional y éste le riposta en su estilo característico. Como les puse el  video de Jaime Bayly, ahora es interesante ver éste donde él dice que sí es  socialista, pero no comunista. ¿A dónde iba a parar el comandante?, sólo él lo sabía. Particularmente creo que no fue sino una expresión más del clásico caudillo latinoamericano que encontró una buena causa para canalizar su enorme ego y justificar sus ansias de poder. Él se fue, pero nos dejó su verdadero proyecto: la dictadura del siglo XXI, y unos bien entrenados perros de presa para cuidar su legado… Y nos dejó a Cuba, que .lo digo una vez más- se está jugando la vida en esta “revolución”. Aquí está el video y… ¡hasta la Parte III! 














3 comentarios:

  1. Dicen que recordar es vivir, pero a medida que leo toda esta exposición de hechos no puedo más que sentir una enorme fustración por lo que pudimos llegar a ser y nos empeñamos una y otra vez en no serlo, cuando elegimos individuos con unos principios de vida tan pero tan dudosos y mire que no quiero incursionar en el campo de la moralidad porque no soy quién para emitir juicios de valor, más sí me puedo apoyar en los resultados que estamos observando hoy en dia como país. Una convivencia precaria producto de un mensaje divisionista y excluyente, un país destrozado en sus aspiraciones de futuro al enfrentar una debacle económica en un mar de ingresos petroleros mal administrados, una escalofriante inseguridad ciudadana que ha cambiado el modus vivendis de todos, un apuntalamiento de la dependencia del estado, al pretender erigirse en el supremo rector de las vidas de todos los ciudadanos, robando así de manera impune la dignidad de todos. No, no, realmente en este caso recordar esto no es vivir, lo será cuándo superemos este terrible modelo político donde sus seguidores y beneficiarios sienten un gusto malsano al regodearse en la inconformidad del que piensa distinto, por el solo hecho de estar en el poder. Tristísimo.

    Cito textual esto ...

    "Nosotros habíamos estudiado que la burguesía jamás entregaba el poder y sus privilegios por la vía pacífica."

    Creo haber comentado esta expresión en otro artículo y siento nuevamente un gran desasosiego porque esta máxima no se cumplió y no sé si puedo esperar que en este caso ocurra lo mismo, Me dirán "niña bonita" o "ingenua" pero todo este legado ha sido tan nefasto y a pesar de ello tengo la esperanza de que todo esto termine dentro del juego democrático tal como acabó el predominio burgués, que en su época revolucionaria consideraban que era imposible.
    Gracias nuevamente por esta oportunidad.

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  2. La verdad que a mi nunca me convencio. No apoyo a un golpista ni a un conspirador. Demostro ser un "SIMULADOR" O EMBUSTERO SIMPLE.Nunca crei ni creo que una CONSTITUCION cambie el problema que existio y que aun existe en Venezuela. Es un problema de principios. Esta bueno la parte II y espero la perte III y subsecuentes. Una pregunta: ¿la abstencion en el 2005 (creo) para la eleccion de la Asamblea nacional,no fue negociada? Con eso se haria lo que tu planteas de cambiar todo en democracia no estando en revolucion como lo planteas en este articulo. Saludos

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    1. No me lo había preguntado de esa manera, tengo que pensarlo. Pero, ¿cuál podría haber sido la ganancia para la oposición en la negociación? Sin embargo, a los problemas hay que verle todos los ángulos. Algo más en qué pensar.

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