Asamblea
Nacional Constituyente
(Parte
I)
Octavio Acosta
Martínez
octaviocultura@hotmail.com
Twitter@snittker.com
Recordemos
la insistencia del difunto Presidente, cuando era sólo un candidato, en la
convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, como paso previo para
acometer todas las transformaciones que conllevarían a la solución de los
problemas estructurales que tenían a Venezuela sumida en una precaria situación
social, política y económica. Uno no entendía el porqué de tanta insistencia. Si su
discurso iba dirigido a acabar la corrupción que se había enquistado en todos
los estamentos de la administración pública, y en todos los poderes, ¿para qué hacía
falta una Constituyente? Para combatir la corrupción sólo es necesario contar
con gobernantes y funcionarios honestos, comenzando por el propio Presidente, y
aplicar de manera idónea las leyes que ya existían para tal fin. De estas dos condiciones,
la primera es fundamental. De nada sirven
todas las leyes establecidas si no se aplican, o se aplican en unos casos y en
otros no, o si se aplican de una manera arbitraria, caprichosa, con interpretaciones
retorcidas en aras de favorecer intereses de parcialidades definidas. En otras
palabras, el hombre que aplica la ley es la clave. Para no apropiarse de
dineros de la Nación, por ejemplo, no es necesario que exista una ley que diga
que el peculado es malo. Sí es necesaria, claro está, para establecer el
castigo a aplicar a quienes caigan en él. Pero esto debería ser lo excepcional
y no lo normal, como se había establecido en Venezuela. Ahora, para aprobar leyes
anticorrupción no hacía falta una Constituyente.
Pero
el comandante-candidato se puso intransigente y fastidioso en su planteamiento,
complementado por la propuesta de “refundar la República”. Él fue realmente
consistente con este discurso: cuando llegó a la Presidencia lo primero que
hizo fue convocar la dichosa Constituyente y seguir con el cuento de la
refundación de la República.
Lo
que sigue es conocido por todo el mundo: se convocó la Constituyente, se elaboró
una nueva Constitución, se sometió ésta a un referéndum, se
aprobó, y sí se refundó la República. Al menos de
nombre, ahora se llamaría República Bolivariana de Venezuela.
Hubo otros cambios posteriores. La bandera pasó de
ser ésta (siete estrellas)...
… a esta otra (ocho estrellas)...
El escudo también cambió. El caballo pasó de ser un caballo derechista...
Bolívar tampoco se salvó del cambio, pasó de ser éste…
¡No! ¡El de atrás! ... es decir, éste:
Otros cambios producidos (en lo administrativo):
El
comandante-Presidente prometió en 1998 que reduciría el número de
Ministerios: "Con unos 10, 11 o 12 bastan para administrar
eficientemente el país". Al principio hizo una reducción de 16 a
14, pero luego el número no paró de aumentar... ¿Una
mala estimación de las necesidades? El resultado, hasta ahora, es el siguiente:
Número
de Ministerios heredados de la Cuarta República = 16
Número de Ministerios actuales en la Quinta República = 32 (cifra para Marzo de 2014).
¿Recuerdan también las "colitas de PDVSA"? El país gastaba
un dineral transportando en los aviones de PDVSA a amigos y familiares de los
altos dirigentes de la Empresa en los viajes de trabajo que éstos
realizaban. El comandante-Presidente acabaría con estas colitas y vendería
un lote de aviones ejecutivos que constituían un innecesario inventario. “Tenemos
un lote de aviones a la venta, ¿quiénes están interesados?" –dijo
como un chiste en serio, frente a un grupo de diplomáticos y periodistas
internacionales-. Poco tiempo después, se compraría el más lujoso avión
presidencial de todos los gobiernos de América Latina (65 millones de dólares
para esa época).
Es
altamente conocido que luego el comandante-Presidente viajaba en el avión con
una tropa de amigos, familiares y colaboradores en sus innumerables giras
internacionales. Le llegó a prestar, incluso, “su” avión a otros Presidentes
latinoamericanos amigos más pobres –hay uno que se llama Evo Morales- para qué
viajaran.
El
comandante-Presidente, en una actitud de completo "desprendimiento", también, donó en acto público su sueldo de Presidente para que fuera repartido en becas
estudiantiles (promesa que aparentemente no se materializó). "No
lo necesito, el Estado me paga lo que necesito: vivienda, casa, comida, luz, agua...
Con mi pensión militar tengo para vivir”. Después comenzamos a verlo
vestido con los más costosos trajes de diseñador, ¿Quién los pagaba?, ¿el Estado
o su pensión militar? Hoy todavía, después de un año de fallecido, "la vivienda, casa, comida, luz, agua,..." las disfrutan sus hijas y
otros familiares en la residencia presidencial La Casona. Pero si a ver vamos,
estos gastos "menores", comparados con otros mucho más escandalosos, casi
carecen de importancia y los pudiéramos ubicar en la Sección de Chismes. Sin
embargo, resultan muy útiles para definir el perfil del mandatario-comandante.
Con lo que
sí acabó -otro tema de su preferencia- fue con la intromisión e influencia que tenían las Primeras Damas y
barraganas presidenciales en los ascensos de la alta oficialidad venezolana. De
ahora en adelante él sería el único que determinaría estos ascensos (oficialmente esta función le correspondía al Congreso Nacional
durante la Cuarta República). ¿Celos por la intromisión femenina? ¿Una simple
manifestación de su autoritarismo? Quizás hubo algo de los dos ingredientes,
pero fundamentalmente era la necesidad de mantener el control absoluto de las
Fuerzas Armadas, de cuya importancia él sabía bastante. De paso, también acabó con las Primeras
Damas.
Han
sido muchos los cambios y sería muy largo enumerarlos todos. Seguro estoy, no
obstante, de que usted debe conocerlos... ¿Los conoce? Pero, ¿en qué quedamos
con la corrupción inicial? ¿Se acabó? ¿Disminuyó al menos? Ése era el centro de
sus preocupaciones y hacia su eliminación diseñó su propuesta. Deberíamos
evaluarla, pero no desde el punto de vista de si la eliminó o no. No soy muy
amigo de estar respondiendo perogrulladas, la respuesta trivial es evidente (“El
que tenga ojos que vea", ¿recuerdan?). Pero si usted, amigo
lector, es de los que piensan que aquí no existe ninguna corrupción, desde los
más altos funcionarios del gobierno hasta el policía que ordena las colas para
sacar la cédula, el pasaporte, o para cualquier otro trámite de los miles que cada
día nos imponen casi para cualquier cosa, entonces usted no merece continuar
leyendo este artículo. Pare aquí y póngase a hacer otra cosa. Dedíquese a leer
el horóscopo de su periódico o revista favorita. No le recomiendo que resuelva
sudokus, porque para esto es necesario pensar…y aplicar razonamiento deductivo.
Vea los Programas de talk show que transmiten por televisión
para que se entere de la miseria humana de personas que muestran sus trapos
ante el mundo, seguramente por una miseria
también, que les pagan los canales, y por la vanidad de verse en una pantalla de
televisión, aunque sea en tan tristes papeles. Yo continuaré mientras tanto,
echando el cuento a lectores menos ingenuos y mejor informados.
Hoy-y
esto sí es importante-, después de 15 años de gobierno bolivariano y de haber sido refundada la
República, al heredero del trono se le ha aprobado una solicitud de Ley
Habilitante "para poder combatir la corrupción”. ¡Cómo! ...
¿La Corrupción? ¿Otra vez? ¿Me van a venir con el mismo cuento? ¿Y qué ha
pasado durante todo este tiempo de revolución bolivariana? No, me imagino que
yo debo ser el culpable de no entender esto (¡Y mandando a los demás a leer el
horóscopo!). Mi error debe estar en buscar las explicaciones en el terreno de
los fenómenos políticos y sociales, cuando la clave debe estar en la curvatura
del tiempo-espacio derivado de la Teoría de la Relatividad de Einstein. ¡Eso
es! La corrupción es un fenómeno del macrocosmos y su estudio pertenece al
campo de la física. Por eso hoy volvemos a la misma situación de lucha contra
la corrupción que fuera la bandera del comandante-candidato, ex golpista, en
los años 1996-1997 98. ¿Qué vamos a proponer ahora? ¿Propondremos la re-refundación de
la República? ¿Una nueva Constituyente? ... ¡Bueno! ... ¡Déjenme pensarlo! ...
¿Será?
...........................................
Esto de la
nueva Ley Habilitante no deja de ser un caso al menos curioso, porque ya existía
una Ley contra la Corrupción aprobada por La Asamblea Nacional en 2003 (ver
Gaceta Oficial Nº 5.637 Extraordinaria del 7 de Abril de 2003).
Si no estoy
caído de la mata (ahora dudo de todo) y si los años de estudio y de enseñanza
que he empleado en las disciplinas universitarias donde he incursionado hasta
ahora han servido para algo -y para ir simplificando las cosas-, de todo esto se desprenden dos conclusiones
evidentes:
1. La Corrupción TODAVIA EXISTE.
2.La Constituyente, la Constitución
Bolivariana, la refundación de la República y las leyes anticorrupción
aprobadas posteriormente, han fracasado
en su intento por acabarla. Por lo menos en esta tarea hemos desperdiciado 15
largos e intensos años. Claro está, ello es cierto si la intención verdadera
del comandante hubiese sido sinceramente la que planteó en sus inicios como
pretexto para aspirar al poder. Pero RESULTA que ...
(Los
invito a leer la Parte II de este trabajo que pronto publicaré. No se la
pierdan porque me dirijo hacia una propuesta).
Excelente Octavio. Espero con ansia la Parte II. Saludos
ResponderEliminar¡Qué bueno!
ResponderEliminarAntes de realizar mi comentario, le informo que me voy a permitir agregar este material en la página que está en construcción.
ResponderEliminarMuy bien, le cuento que esta es la manera de protestar donde me siento más cómoda, aunque estoy consciente que responder en un blog o en cualquier otra red social de la W.W.W. no tumba malos gobiernos, a pesar de ello, le agradezco infinitamente la posibilidad de tener espacios para dialogar e intercambiar ideas.
En esta primera entrega toca dos temas fundamentales, las consecuencias de la antipolítica y la corrupción.
¿Por qué la antipolítica? Eso fue lo que sucedió en el país como preludio de la ascensión del proyecto bolivariano al poder. Intelectuales y políticos, todos muy connotados ellos, asestaron un golpe mortal al juego democrático cuando justificaron y hasta en algunos casos, aplaudieron el golpe de estado del 4 de febrero de 1992.
Carlos Andrés Pérez nunca fue un santo de mi devoción, pero era el presidente democráticamente elegido para la época y eso había que respetarlo. Su salida fue una marramucia leguleya que queda en pañales ante todo lo que estamos viviendo en la actualidad. Nunca se evaluó seriamente la dimensión de vulnerar el estamento democrático en aras de perseguir las ambiciones de un militar que a duras penas disfrazaba su talante autoritario ... ¿recuerda lo de freír en aceite caliente las cabezas de los adecos? ¡Claro! en ese tiempo ese oro lìquido no estaba escazo y podía darse ese lujo, pero ya esa expresión ofrecía indicios que el resentimiento y el odio serían el combustible para un motor que debía funcionar a toda máquina y bajo su control absoluto. ¿Por qué menciono todo esto? porque lo que desarrolla en su artículo sobre refundar la república no es más que un ejercicio de revancha en contra de un sistema que no le permitiría eternizarse en el poder.
No estuve de acuerdo con esa Asamblea Constituyente y para desgracia del personaje presidente, no pudo incluir la variable "socialista" en las discusiones que le darían forma a la nueva constitución, porque apenas unos meses atrás, específicamente durante la campaña electoral, había negado rotundamente este tipo de ideología en el ejercicio de gobierno y mucho menos injerencia alguna con la isla de Cuba. ¿Qué pasó? No tengo que ni describirlo porque está a la luz de todos.
Esa nueva constitución fue sometida a un referendum aprobatorio cuando lamentablemente estaba tomando fuerza la tragedia del Estado Vargas con todas las consecuencias que para el país eso trajo, lo observé como el preludio de todas las desgracias que vendrían a continuación. Esa carta magna fue aprobada con un alto porcentaje de abstención, fui a votar con el deseo muy interno de que ese documento no prosperara, pero ni modo, el encantador de serpientes tenía mucha labia y tenía embobado a medio país.
¿La corrupción? tiene toda la razón, ahora hay más sinvergüenzura en la administración de los fondos públicos que antes, porque el color político pasó a tener valor para que puedas ser considerado un "ciudadano con derechos".
Es necesario acotar que el Sr. Maduro logra colar ese esperpento habilitante por argucias y procedimientos poco éticos, ya eso para mí le resta total legitimidad al objetivo que se persigue, así como se lo quito al referendum del 2009 que permitió la reelección indefinida del presidente, en una jugada política viciada, que desconocía totalmente los resultados de otro referendum que fue realizado en diciembre del 2007, donde se rechazaba el modelo socialista y todas las aspiraciones hegemónicas del bolivarianismo.
Entonces ...¿qué tenemos ahora? pues una clase media desesperanzada, una clase popular que debe seguir siendo pobre e ideologizada para sostener el proyecto totalitario y una boliburguesía disfrutando de todas las prebendas del poder como lo demuestran los ejemplos que señala en el escrito que comparte.
Estaré muy pendiente de la segunda etapa y de nuevo ...gracias. Saludos.
Buena reflexión. Ya ésta es una publicación. Gracias
EliminarMuy bueno. espero parte II, III y otros. saludos
ResponderEliminarYa salió la Parte II y voy para la III. Espero que no pase de IV.
EliminarExcelente trabajo. Su seriedad y veracidad queda confirmada por todos los venezolanos que hemos estado viviendo en Venezuela en los últimos 15 años, Chavistas y no Chavistas. Además de ser verídico es didáctico y objetivo. Hay que difundirlo mas. Corolario, a lo mejor hubo buenas intenciones pero mas pudo el poder y la falta de probidad. Que mala suerte para nuestra querida patria.
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